lunes, 26 de mayo de 2008
experiencia 4
Voy al ordenador, a veces está conectado hasta muy tarde el fin de semana, o se conecta cuando vuelve, como yo.
El caso es que ayer no lo hizo y me muero de ganas de compartir lo que sea con Él. En el peor de los casos será un rato agradable, en el mejor una sesión y entre medias un abanico de posibilidades, dónde la fantasía, el humor y la imaginación llenan de magia una relación que dura algo más de ocho meses y que me hace sentir cada día más plena.
Cuando le veo una gran sonrisa ilumina mi rostro.
No hay necesidad de fingir, de no decir lo que se siente. Me gusta la sensación de libertad, de poder ser yo, de tener la oportunidad de entregarme un poco más en cada encuentro.
Le cuento lo que he hecho, dónde he estado y le pregunto si quiere ver el regalo que me ha hecho mi amiga.
Se que le va a encantar: Es un corsé negro precioso que me ha comprado por mi cumpleaños.
Me ordena que me lo ponga.
Me queda bien y mi amo me encuentra preciosa, cuando me lo dice me deshago de gusto....
Luego desea que me acaricie, que busque mi placer y se lo entregue. Entre el cansancio, las copas y molestias que tengo con la regla, no estoy excitada, cosa poco habitual en su presencia, pero sus palabras me ayudan, siento como me va envolviendo, trasformando y entonces solo espero su orden para correrme.
Me siento juguetona y me acerco a la cámara provocando con mi lengua, con mi mirada.
-¿Así que tiene ganas de jugar mi perrita?, me dice.
Trae las pinzas, baja el corsé, no, no te lo quites, sólo bájalo, así, pon dos pinzas, y yo las pongo en mis pezones, mmm, vete un poco más hacia atrás, a ver, ponte de pie..., Sí, estás preciosa, sí, siéntate, pon dos más, otras dos...
Cinco pinzas en cada pecho en total, duele.
-Mmm, ¡perfecta!, enfoca tu cara, ¿excitada?
-No, no lo estoy, pero el placer de obedecerle es enorme mi amo, sabe que lo disfruto.
Después me ordena ponerme de rodillas, con las manos a la espalda e inmóvil unos minutos para, a continuación, ir retirándolas, una a una, sin prisa.
Las últimas las de mis pezones.
Y antes de despedirnos unos azotes y su última orden: Voy a estar con el corsé puesto una hora en la cama y luego quiere un orgasmo en su contestador.
Debo mantenerme despierta una hora, si me duermo no sería capaz de despertarme de nuevo para la llamada.
Me meto en la cama y cojo el vibrador, lo meto dentro de mis bragas y me empiezo a acariciar con él hasta que empiezo a excitarme, después, con la vibración baja, introduzco la punta en mi vagina y acaricio suavemente el clítoris con mis dedos, muy despacio, tengo que aguantar una hora.
A veces tengo que parar, otras hasta me levanto para espabilarme, paso de estar al borde del orgasmo a casi dormirme.
Cuando se acerca la hora, me voy centrando en mi placer.
Normalmente, cuando me masturbo para Él me recreo en fantasías de un encuentro, en lo que me hace, en lo que me dice y le llamo justo en el momento en que ya no puedo parar, en el que mis gemidos de placer hablan por si solos de un orgasmo inminente.
En esta ocasión me centro en un encuentro que estoy relatando para Él en donde me ha dicho que incluya una felación.
Me excita mucho pensar en ello, me recreo en sensaciones novedosas y deseo, como nunca lo he deseado, que sea una realidad.
Normalmente no hablo cuando le llamo al contestador, tan solo dejo grabado el orgasmo, pero hoy me sorprendo haciéndole partícipe de esas fantasías.
Cuando llamo empiezo a hablar: Sir, no se si ha pasado la hora....Estoy en la cama, tocándome para usted, tengo la punta del vibrador en mi coño y me acaricio. Estoy empapada sir pensando que tengo su polla en mi boca, que la chupo, la lamo y la meto toda dentro una y otra vez, pensando que usted goza con ello mi Amo, imaginando como me coge del pelo para moverme a su antojo, excitada como una puta sir. Pienso que usted me dice que quiere que me corra con usted, que me prepare, que cuando usted me diga quiere que meta los dedos en mi coño y me corra como una perra mientras me trago su leche. Así mi puta, sigue chupando, aguanta. Ohhh sir, mi sir, no puedo más....Tócate puta pero no tienes permiso para correrte, así muevete y su polla entra y sale de mi boca. Siento que va a estallar en mi, me preparo para recibirla como el mejor de los premios.
Estoy al borde de correrme como una loca cuando el tiempo del contestador se acaba y me sobresalta un pitido.Mientras marco y escucho la voz del contestador le imagino diciendo, sigue, sigue, traga toda mi puta, mi zorra y cuando suena de nuevo el pitido para grabar es la orden:
¡Ahora! ¡Córrete! y estallo en un orgasmo intenso y largo que me deja agotada y feliz.
Gracias mi Amo
jueves, 3 de abril de 2008
experiencia 3
Ayer me ordenó dormir atada. Debía poner una correa alrededor de mis piernas durante toda la noche, llamarle al despertar y masturbarme para Él. Me encanta dejar mis orgasmos en su contestador. El sólo hecho de imaginarlo escuchándolos me excita...
Era muy tarde ya cuando acabamos de hablar pero, antes de dormir, tenía deberes: Mi Amo deseaba de su puta un nuevo orgasmo, de los que le gustaban, bien ardiente y sonoro.
No me es difícil cuando pienso en Él. Me acaricié, puse unas pinzas en mis pezones y con el vibrador al máximo me corrí rápidamente, luego me até y me dormí enseguida porque estaba muy cansada. La postura rígida y forzada de la correa hizo que me despertara varias veces durante la noche. Cada vez que lo hacía tardaba un tiempo en darme cuenta de lo que pasaba, en hacerme consciente de mi postura y su significado y en volver a dormirme. Sentí una profunda entrega y me hizo feliz el saberme tan suya.
Cuando me desperté por la mañana mi sexo se humedeció de inmediato al pensar que debía entregarle de nuevo el placer a mi dueño. Lo hice suavemente, con la correa puesta, como una perra en celo.
Experiencia 2
“Un largo asedio al castillo que defiende una valiente princesa toca a su fin, sucumbiendo ante el sanguinario y bárbaro guerrero que la hace prisionera. Trasladada a su mazmorra la princesa es encadenada, torturada y violada por el bárbaro que pretende hacerla su esclava... ”
Así comenzó una historia en la que amo y sumisa fueron añadiendo episodios como puentes tendidos que acercaban sus almas y aquí, en este paraíso perdido que acuna la mía sumisa, recuerdo la primera orden antes de entrar al hotel:
- Cuando lleguemos a la habitación dispones todo lo que has traído en una mesa, te desnudas y te tumbas en la cama. Te quiero en silencio desde ese momento, tan sólo hablarás cuando tu amo te lo ordene. ¿Entendido?
Ni la amabilidad del dueño del pequeño hotelito mostrándonos cada habitación, ni la de mi amo dejando en mis manos la elección, logran apartar de mi mente el eco de esas palabras que, a cada paso, acrecientan la humedad entre mis piernas.
Excitada, expectante y con el deseo desbordado tras cinco horas de viaje con él, entro en la habitación escogida y me apresuro a cumplir sus órdenes.
Mi amo me pone un antifaz y empieza a recorrer mi cuerpo con sus manos que, tembloroso, responde a sus caricias. Besa mi boca, sus besos son largos, apasionados, tiernos. Mis nervios van poco a poco dejando paso a la excitación que va creciendo con ellos.Baja a mis pechos, chupa mis pezones, los pellizca, los muerde, los acaricia...Mete un dedo en sexo y con otro acaricia mi clítoris mientras no deja de hablarme: Ahora eres tu esa princesa indefensa ante el bárbaro y yo voy a sacar a la puta que llevas dentro, te voy a hacer mi perra...Alterna esas caricias que me hacen retorcer de placer con azotes en mis nalgas, en mis pechos, con pequeños mordiscos y va introduciendo más dedos en mi sexo empapado. Me siento una verdadera perra en celo... - ¿Sabes que no puedes correrte sin permiso, verdad mi puta?- Sí mi amo, le contesto- Así me gusta, verte gozar.... Y continua hablándome, y yo pierdo la noción del tiempo del espacio....El placer lo envuelve todo. El dolor también es placer, aprendo a encontrarlo... La intensidad de mis gemidos crece y mi amo tapa mi boca con su mano.El placer llega a hacerse doloroso, los azotes cada vez más placenteros...Necesito que estalle en el ansiado orgasmo pero sigue creciendo. A veces parece que remite pero comienza de nuevo en un punto más alto, con más fuerza si cabe. Cuando llega al cenit soy un animal salvaje, como mi orgasmo que no termina... Mi amo, retira el antifaz, acaricia mi frente y me dice que me apresure, que ha pasado más de una hora y nos esperan para comer.Me parece increíble, ¡una hora!, y más increíble aún cuando me dice que he estado más de la mitad de ese tiempo gimiendo de placer, casi gritando a veces, y que al menos ha sentido tres orgasmos mientras su mano ha acabado por completo dentro de mi sexo. Algo sorprendente pues nunca había experimentado un fisting completo...Antes de bajar al comedor, mi amo me regala su primer orgasmo en mi boca.Una exquisita comida y un vino delicioso aderezan una distendida conversación llena de miradas cómplices. Me siento bien expresando lo que siento y cómo me siento.Después mi amo sale a trabajar y yo le espero. Cuando llega estoy arreglada pero me ordena que me desnude y que le excite. Mientras me quito la ropa siento mi humedad y mientras beso , lamo su cuerpo y me entrego a su sexo la excitación crece y, de nuevo, tiene a la perra que desea a su merced. Ahora me ata por primera vez las manos y pinza mis pechos. Los pezones están bastante castigados y duelen, aún así intento no quejarme. El dolor aumenta cuando pinza los labios de mi sexo y mucho más cuando introduce y mueve sus dedos. Estoy dolorida y se lo digo pero tapa mis palabras con sus besos hasta que la humedad va en aumento y el dolor va dejando paso al placer, permitiendo que sus dedos se deslicen más y mejor dentro de mi. Pero mi amo ahora prefiere mi dolor. Saca sus dedos y mueve las pinzas despertando de nuevo, y más intensamente, el dolor. Y así sigue alternando, buscando los límites, del dolor en mis lágrimas y del placer al borde de un orgasmo que provoca con facilidad creciente. Disfruto con el juego pero, cuando de forma inesperada, empieza a quitar las pinzas si saltan esas lágrimas. Lo hace sin miramientos y no para hasta quitarlas todas. Es tan grande el dolor que me cuesta mantenerne en el sitio y no abandonar....Pienso en quién soy, en lo que quiero y me voy calmando. Sus caricias me ayudan, sus palabras también. Cuando vuelvo a sentirme excitada vuelven las pinzas a mis pechos, estoy tensa pero mi amo me relaja con su lengua en mi sexo, luego introduce sus dedos y vuelvo a tener un tremendo orgasmo. Con mi sexo aún palpitando mi amo me ordena ponerme a cuatro patas y me cabalga agarrando mi pelo y azotando mi culo hasta que se derrama en mi interior. Ambos caemos sobre la cama, cansados, pero él se incorpora antes que yo y, sujetándome marca mi culo con un gran mordisco que me pilla por sorpresa. - Te quiero marcada, me dice, que me recuerdes unos días cuando nos separemos. Después me ordena que cuente los azotes que me va a dar. Quince, los últimos en el mismo sitio....¡Duelen! Y antes de levantarme un mordisco más... Nos arreglamos para bajar a cenar, de nuevo sorprendidos por el tiempo. Le pido permiso para ir sin ropa interior y él me lo otroga complacido. Me siento su puta y me encanta.Tras la cena dormimos agotados, yo desnuda por orden suya por si quiere utilizarme durante la noche y... excitada por el solo pensamiento. Me despierto con el cuerpo cálido de mi amo pegado al mio y de inmediato nace el deseo. -Su putita está caliente mi amo. -¿Sí?, ¿Y qué haría mi putita por su amo? - Mmmmmm, lo que mi amo me ordene... Me ordena ponerme a cuatro patas.Recibo unos cuantos azotes, alternados con caricias que me saben a gloria. Me dice que invente una historia. Es su cumpleaños y estamos en una mazmorra, he buscado una sumisa para complacerle, como regalo . Él está sentado y yo entro con una sumisa encadenada y vendada. - Sigue, me ordena Lo hago, quiero excitarle :- La llevo hasta una cruz y la ato allí, cojo un látigo pequeño y flagelo todo su cuerpo. Sus muslos, sus pechos, su sexo...Voy alternado el látigo con suaves caricias, besando su cuello, lamiendo sus pezones. Cuando termino meto dos dedos en su sexo y mirando a mi amo, le digo: -Esta putita está excitada como una perra mi amo, tendremos que castigarla un póco más.... Mi amo me penetra con sus dedos, yo también estoy mojada... - Continua, me dice, lo estás haciendo muy bien... - Pinzo sus tetas y su coño y la meto un vibrador, la putita jadea de placer. Muevo las pinzas y retuerzo un poco las de los pezones para alejarla un poco del inmiente orgasmo, después lamo su clítoris y miro a mi amo buscando aprobación. Estoy loca porque mi amo me folle, me penetre, me de mi premio como a una buena perra... En ese momento mi amo me azota, me agarra del pelo, estoy al borde del orgasmo.... - ¿Te la vas a follar perrita? - Sí mi amo me la voy a follar para usted, jadeo. Amo, mi amo, ¿me puedo correr? -No, no hasta que te la folles, mi puta. - La llevo a un potro, ato sus pies a las patas y doblándola por la cintura ato también sus manos a la espalda. Amo, no puedo más... Y mi amo vuelve a castigar mi culo mientras me sigue follando sus dedos se mueven dentro de mi coño con un ritmo cada vez más rápido. -Me pongo el arnés, la puta tiene su sexo chorreando y la penetro para mi amo, su coño, su ano...Cada vez que empujo siento un golpe sobre mi sexo, me excito, miro a mi amo..... - Amo no puedo más... -Ahora mi puta, ¡córrete! ¡YA! El placer me recorre, me posee, mi amo retuerce mis pezones y tapa mi boca mientras termino, luego me monta. Su sexo duro me traspasa, disfruto centrándome en darle placer, siento como se acerca su orgasmo que recibo como una perrita feliz. Durante el desayuno me dice que quiere esa historia de la mazmorra y la sumisa por escrito y completa y sugiere que nuestra próxima cita podría ser allí....
sábado, 1 de marzo de 2008
Experiencia número 1
Decidimos de común acuerdo no posponer más la cita y conocernos. Ya habíamos hablado vía Internet lo suficiente para que, si se daba la química necesaria, tuviésemos nuestra primera sesión. Después de tomar un café y relajar un poco los nervios que amenazaban hasta el punto de no dejarme hablar, decidimos ir a mi casa. El amo era agradable, buen conversador y muy amable. Acariciaba mi mano mientras me hablaba en repetidas ocasiones, me sonreía cuando lo hacía e intentaba serenarme con su mirada pero, lejos de conseguirlo, me inquietaba la cercanía de un encuentro tan real como inminente.
Antes de coger el coche me pidió que le besara, fue un beso largo que empezó tímidamente y que acabó en una expresiva manifestación del deseo y la excitación del momento. Estaba mojada.
Llegamos a mi casa y recibí mi primera orden:
-Te vas a ir a tu habitación, sacas todos los juguetes que tengas y los dejas a la vista. Te desnudas. Déjate sólo las medias y los zapatos, ponte el antifaz y espera de pie hasta que entre.
Así lo hice. Saqué un vibrador vaginal, un anal pequeño, bolas chinas, esposas, pinzas, fusta..., me desnudé y esperé. Las manos enlazadas en la espalda, la cabeza inclinada.
No tardó en entrar. Sentí cómo se acercaba, le olí. Dejé fluir mis emociones: miedo, excitación, deseo, curiosidad, vergüenza, mientras sentía cómo me inspeccionaba.
Tocó todo mi cuerpo, acarició mis pechos, pellizco mis pezones, besó mi boca y azotó mi culo con sus manos en repetidas ocasiones sin saber cuando iba a hacer una cosa u otra.
Puso la correa alrededor de mi cuello y me preguntó quién era.
-Su puta, su perra, sir
-Amo
-Su puta, su perra, amo
-Muy bien. Ahora, mi puta, ponte a cuatro patas sobre la cama.
Obedecí quedándome inmóvil, expectante, alerta. Le oía desnudarse tras de mí.
Se acercó y me ordenó abrir bien las piernas.
Inspeccionó mi ano y la humedad de mi coño primero con sus dedos luego con algo que no acerté a saber lo que era hasta sentirlo estallar sobre mi piel: Su fusta, que hizo que mi cuerpo se arquease arrancando un sonoro e inesperado quejido de dolor.
Aguantar ese dolor como símbolo de la entrega era un pensamiento que me daba las fuerzas necesarias para permanecer lo más quieta y callada posible. Cuando el amo volvió a introducir sus dedos en mi coño yo misma me sorprendí de estar tan mojada y excitada, tanto que gemía de placer mientras lo hacía.
-Ni se te ocurra correrte puta, ¿entendido?
- Sí, mi amo
Sacó sus dedos de mi coño y empezó a introducir el vibrador en mi ano, suave y despacio de forma que el dolor y el placer se entremezclaban. Después hizo lo mismo con el vibrador más grande en mi vagina. Una vez estaban los dos dentro los puso en marcha. Rodeó la cama y metió su polla en mi boca. Yo se la chupaba intentando concentrarme lo suficiente para no correrme, no se como podía seguir aguantado....Cuando pensé que no iba a resistir más el vibrador de mi coño se salió. El amo cambió mi posición tumbándome boca arriba y pinzó mis pezones. Luego se levantó.
-Verás como este no se sale, me dijo
Me abrió bien de piernas y empezó a meterme algo que yo sentía enorme y, a la vez, me empezó a comer el coño.
Dolor y placer de nuevo entremezclados y llevándome hacia un orgasmo que me recordaba prohibido una y otra vez.
Separó su boca de unos labios para llevarlos hacia otros y susurrar:
- Haz lo que quieras pero tienes un minuto para correrte.
Mi mano se fue hacia mi clítoris y comencé a masturbarme mientras buscaba que su boca tapara los gritos de placer del que sería mi primer orgasmo. No ahogo ni uno mientras movía las pinzas de mis pezones y se corría abundantemente sobre mis tetas.
Me quedé quieta, exhausta, tranquila...
No sé el tiempo que pasó hasta notar que el amo se movía, se levantaba de la cama y buscaba algo. Se acercó a mí tomándome las manos y empezó a pasar una cadena entre las argollas de las esposas, que hasta el momento sólo habían adornado mis muñecas, uniéndolas a la de mi collar, de forma que mis manos quedaron juntas, sobre el pecho, a escasos centímetros de mi cuello y con escasa movilidad.
Seguidamente me abrió las piernas y, mientras acariciaba mi clítoris, pinzó mis labios, una pinza a cada lado. Otra vez el placer y el dolor como caras de una misma moneda. Y de nuevo, el enorme falo penetrándome. Cuando terminó de ensartarlo completamente en mi vagina puso el vibrador en marcha y, tras ordenarme esperar su regreso sin correrme, salió de la habitación.
Un cúmulo de sensaciones se apoderó de mí.
En un principio era el dolor de las pinzas y la sensación de estar llena que producía el vibrador. Conforme se iba mitigando el dolor, mi atención pasó a las ataduras. Me sentí vulnerable y también, de alguna forma, abandonada. Pero, curiosamente, la sensación me producía placer y excitación. No saber que iba a hacer conmigo, cuando volvería o cómo me usaría, me enardecía....Era una visión nueva, o más bien una perspectiva diferente: La de la esclava, encadenada, en espera de ser utilizada como el amo juzgue conveniente. Mi placer no importaba pero, curiosamente, contra más me adentraba en la pérdida de mi identidad como mujer y asumía la de esclava mayor era este y mi excitación crecía. Me sentía en paz.
Tranquila, me abandoné en la espera.
Volvió.
Sacó el vibrador y retiró las pinzas. Sentí mucho dolor pero no me quejé. Besó mis labios doloridos, metió sus dedos y me sintió la perra que deseaba tener. Alternaba su lengua y sus azotes, mordía mis pezones, mis muslos...Me penetró y me folló con deseo. Cuando me ordenó correrme mi placer estaba lejos, no sé si de tanto aguantar o de tanto vivir a la puta que me poseía. Me intenté concentrar, buscar el placer escondido, no podía...
Lo que pasó entonces me impacta todavía al recordarlo. El amo, con una voz firme, grave, autoritaria y en un elevado tono, me increpó:
-¿No me has oído puta? ¡Córrete! ¡AHORA!
No había acabado de pronuncia la última letra cuando estalló literalmente un orgasmo salvaje de la nada, todavía me impresiona el recordarlo, no por su intensidad sino por su naturaleza: No nació de la culminación del placer sino de una orden taxativa e inapelable y fue para mi una experiencia importante que no creo que olvide fácilmente.
Una caricia para mi alma sumisa, un regalo a mi esencia de mujerEstaba contenta, me sentía relajada y la experiencia estaba siendo agradable para mí. Era una de mis primeras sesiones y estaba probando cosas nuevas. Me sentía satisfecha tanto por las sensaciones que todo ello me producía como, porqué no decirlo, mi comportamiento. Cuando se empieza se tienen muchas dudas... Era la hora de comer y el amo me lo hizo notar. Propuse hacer la comida en casa para aprovechar mejor el tiempo que nos quedaba y estar más tranquilos. Le pareció bien y, mientras él se quedaba descansando, yo fui a la cocina y. cuando todo estuvo listo, le despertéAunque yo le guardaba el respeto debido y no me olvidaba de quién era ni un momento, charlamos de forma distendida, me preguntaba cosas tanto personales como sobre la sesión hasta que, en un momento dado, no sé muy bien si por algo en concreto que pasó o simplemente por algún pensamiento, la mirada del amo cambió. Percibí su deseo y mi humedad a la par. Me llamó.De rodillas, me dijo, y abrió sus piernas mostrándome su polla erecta. Me agarró del pelo moviendo mi cabeza lentamente. De vez en cuando mantenía por unos segundos su verga en mi garganta. En cada pequeña embestida entraba un poco más e iba cambiando el ritmo. Yo me dejaba llevar, atenta a sus movimientos. Al rato, casi con urgencia, me llevo al dormitorio y me folló de nuevo. Tiraba de mi pelo, azotaba mis nalgas, me daba la vuelta apretaba mis pechos, retorcía y besaba mis pezones con la misma pasión. Yo gemía de placer como la perra que me sentía, le hablaba como la puta que en esos momentos era. Cuando leí en su mirada la inminente llegada de su orgasmo me ordenó correrme con él. Mi cuerpo se relajó y dejé salir todo el placer sin recato, sin apuro, sin vergüenza. Se duchó, se vistió, no despedimos cariñosamente y salió de mi casa, seis horas después de haber traspasado ese mismo umbral. Eso sí, dejándome mucho más relajada y un poco más sabia.